19.7.10

Siguiendo con Liscano

Terminé en pocas horas El Escritor y el Otro (Planeta, 2007, ver post anterior). Me refiero a que terminé de leer hasta la última página impresa, aunque algunas de sus frases todavía me persigan. El libro es realmente interesante, sobre todo porque dispara varias ideas que pueden desprenderse de su concepto del desdoblamiento en el Escritor y su Sirviente (o la amalgama entre Escritor y el Sirviente, viéndolo en otro sentido). Quiero evitar a toda costa el tono analítico textual de esto que escribo (digámoslo: el tono Letras tan difícil de borrar, más allá del agua bajo el puente), porque desluciría el dolor y la soledad que emanan de este libro y creo no lo merece. Es un libro que podría ser un festín para la crítica, pero que esencialmente es un festín para el espíritu, así cursi como suena.

Voy a transcribir un par de párrafos que creo que pueden acercarnos al tema de El Escritor y el Otro según Liscano (un tema que, personalmente, encontré fascinante y que accionó la cuerda justa para obligarme a pensar en ciertas cosas):

"Todo escritor es un invento. Hay un individuo que es uno solo y que un día inventa a un escritor y pasa a serle de sirviente y desde entonces vive como si fuera dos. El que quiere ser escritor debe inventar al individuo que escribe, o al individuo que va a escribir sus obras, porque cuando el sirviente lo inventa, el escritor todavía no es. (...)
La invención, que es una disciplina, es una renuncia. El sirviente renuncia a todo lo que no sea dedicar la vida a inventar a ese personaje principal. (...). El escritor siempre es dos: el que compra pan y naranjas, el que llama por teléfono, va a su trabajo, paga la luz y el agua, saluda a sus vecinos; y el otro, el que se dedica a escribir. El primero cuida la vida absurda y solitaria del inventado. Es una servidumbre con gusto. (...)"

"La invención es acceder a un conocimiento radical. Es entender, de golpe, que lo que se hace, lo grande y lo nimio, la miseria presente, la alegría pasajera, los amores, las cartas que se escriben, las lecturas, irán a confluir algún día en el inventado. Para él se trabaja, en todo momento y en todo lugar.
Hay algo de soberbia en el sirviente. Hay soberbia en esa fe, en ese deseo de llegar a la lucidez. Mientras otros intentan escribir, el que accede al conocimiento ya sabe que su invento funciona, que a partir de ese momento hay un escritor más en el mundo."

"El sirviente puede arrastrarse por la vida, o arrastrar una vida, un trabajo que no le gusta, sin arte, sin luz. No le importa. Sabe que a la noche, o cuando tenga tiempo, el inventado se sentará a escribir y la vida será luminosa. La terrible disciplina a la que el sirviente se somete le da como compensación la libertad de sentir que, cuando escribe, el mundo está a su disposición. Para eso vive, para que el inventado pueda sentarse y avanzar en el camino hacia la lucidez."

Quizás estos párrafos arrebatados de su contexto puedan dar una falsa idea de malabar intelectual, de trampa (en el sentido de Felisberto), calculados en su construcción y efectistas. Nada de eso. La prosa de Liscano es tan sentida, por momentos tan dolorosa, que a uno no se le ocurriría ni por un momento dudar de su honestidad. Tiene algo de grito solitario, de papel arrojado en una botella al Río de la Plata.

Un ejemplo, hablando de sus inicios en la escritura,:

"(...) Inocente e iluso, elegia el camino y avanzaba por él sin precauciones, sin ver que marchaba hacia la duda, la angustia, la doble vida perpetua. Porque en literatura nunca se avanza. Se aprenden técnicas, trampas, pero siempre se está en el mismo punto, cavando en el mismo agujero, buscando lo que cualquiera sabe que ahí no encontrará, pero convencido de que no hay otra cosa que valga la pena que seguir cavando. Porque lo que se quiere encontrar en el agujero es el testimonio que asegure que la vida valió la pena. Porque lo que se quiere es dejar testimonio más allá de la muerte. Porque ese trabajo terco y condenado a la derrota ya lo hicieron muchos y nada consiguieron. Pero sabiendo, a la vez, que el trabajo inútil de escribir es lo único que puede darle sentido a la vida. Porque en el futuro habrá una noche en que desde la masa oscura del cielo uno podrá tirar una línea invisible hacia la tierra, hacia esta mesa, y sentirá que todo junto acaba por tener significado. Por lo menos una noche, una noche única la vida encontrará su significado. Para eso se vive, para eso se escribe. Para llegar a esta noche, solo, en un noveno piso, no feliz, pero por unas horas en paz."

Liscano pasó sus años de adolescente en el Liceo Militar y la Escuela Militar de Aeronaútica. En 1972, a los veintitrés años y luego de dos años de militancia en la clandestinidad, cayó preso. Serían trece años de cárcel (experiencia que recorre sus novelas La Mansión del Tirano, El Furgón de los Locos, entre otros textos). Fue durante su encierro cuando decidió ser escritor. Cuando fue liberado, se exilió en Estocolmo, donde vivió durante más de diez años. En 1996 decidió volver a vivir en Montevideo, donde actualmente reside.

Vale la pena leerlo. Dejo un link con un fragmento de El Furgón de los Locos

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